SOBRE LA AFIRMACIÓN
Afirmar
es
básico, es dar algo como verdadero. Como poseemos la capacidad de expresarnos a
través del habla, las palabras que salgan de nuestra boca tienen un valor, no
son indiferentes, es decir, producirán un efecto. Hay muchos actos del habla,
pero me enfocaré solamente en el acto de afirmar. Afirmar es decir “eso, esto o
aquello es así”, “es falso o verdadero”. Todos los días nos enfrentamos a
proferir una afirmación, ya sea porque nos preguntan, porque opinamos en una
conversación, por cuestiones de estudio o trabajo, a por participar en una
denuncia, juicio, a nosotros mismos, etc.
Esta entrada se titula:
“Cuando uno afirma, perdió la oportunidad de callarse”. Fue una frase dicha en
una clase por el Doctor Alejandro Vigo, profesor de Historia de la Filosofía
Antigua (UNAV), teniendo como contexto el análisis de la ironía socrática. ¿Qué
significa “cuando uno afirma, perdió la oportunidad de callarse”? Diciéndolo en
lenguaje llano: cuando abrimos la boca para asegurar o negar, afirmar algo, no
hay marcha atrás, no hay vuelta de hoja; es decir, lo dicho, dicho está. Por
eso, surgen algunas frases, las cuales nosotros hemos dicho alguna vez o varias
veces: “Dije eso, pero no quería decir eso realmente”, “Me equivoqué en lo que
dije, ojalá me comprendan y acepten mi rectificación”, “¡Para que dije eso!”,
“Vaya, eso me pasa por abrir la boca”. No siempre logramos reivindicarnos, después
de haber hecho afirmaciones. De hecho, a largo plazo hay afirmaciones que
sirven de indicativo para alertar o desenmascarar una hipocresía, por ejemplo:
alguna persona o grupos de personas que en un tiempo afirmaban una cosa y
después por “conveniencia” están afirmando lo contrario, esta es, a mi juicio
la explicación por la cual después cuesta creerle o creerles.
El profesor Alejandro,
desarrolló el tema de la afirmación unida a la creencia y en relación a la sede
interna y externa, es decir, a nivel personal y extra-personal respectivamente;
mientras que yo estoy desarrollándola de una manera genérica.
¿Qué podemos hacer a la hora de
afirmar?
La afirmación que salga de
nuestra boca no quedará indiferente, aunque sea algo banal o se considere
irrelevante. La persona al afirmar puede estar diciendo una verdad o una
mentira. Siendo así, la afirmación verdadera o falsa entroncaría con la
sinceridad, falsedad, hipocresía, diplomacia, incoherencia, etc.
El consejo más común y
sencillo es: “pensar antes de hablar”, digamos: “Pensar antes de afirmar algo”. Muchas veces afirmamos sin damos
cuenta de sus consecuencias. Por eso, cuando se ha dado una afirmación falsa o
verdadera por parte de alguien, se dan agradecimientos, elogios, reclamos,
pleitos, insultos, resentimientos. Debemos reconocer que muchas veces nos
dejamos llevar y afirmamos, después vemos el resultado, el cual puede ser
positivo o negativo. También, en algunas ocasiones pueden hacerse afirmaciones
a otra personas o grupos que no son comprendidas, por las circunstancias que
sean, y quien ha afirmado se ha dado cuenta que se ha salvado, y tiene una como
una “segunda oportunidad”, para preparar correctamente la afirmación, guardar
silencio o “hacerse el loco”.
Santiago 1, 19: “Mis amados hermanos, quiero que entiendan
lo siguiente: todos ustedes deben ser
rápidos para escuchar, lentos para hablar”.
Este es un consejo sabio. En teoría, debería irse perfeccionando con el pasar
de los años, aunque en la práctica no siempre se da. El Padre Eduardo Chávez, actual
rector del Seminario Mayor de la Diócesis de San Vicente, considero que tiene
una frase interesante y sabia: “Procese primero la información y después
hable”. A veces somos arrebatados y contestamos de inmediato.
Un tercer
consejo podría ser: “No afirmar algo que no sabemos”. Esto lo reprochaba el
sabio Sócrates: gente que se creía sabia sin serlo realmente. Hay una cantidad
ilimitada de ejemplos cotidianos sobre este punto; pero veamos unos más
sencillos y cotidianos: Cuando a un profesor le preguntan algo en clases y él
no lo sabe, pero para no quedar en ridículo o ser tenido como ignorante (lo
cual lastimaría su “ego”), hace afirmaciones falsas, inventadas o adulteradas.
Cuando una señora le afirma con mala intención a su vecina, haber visto a su
marido con otra mujer en la calle, y tal vez solo era una conocida que
casualmente se encontró. Cuando alguien por presumir o “apantallar” se pone a
hacer afirmaciones falsas a sus oyentes. Como he dicho, los casos cotidianos o
extraordinarios son muy amplios. Pero el principio aplicativo general es: “No
afirmar algo de lo que no sabemos”. Cuánto bien se hace, cuan agradable y
ejemplar se torna una persona así. En otro escrito hablaré sobre la “ignorancia
y sabiduría socrática”.
EL PERFECCIONAMIENTO DE LA AFIRMACIÓN Y LA IMPERFECCIÓN HUMANA
La Sagrada
Escritura y personas profesionales nos brindan consejos para tratar de hacer
las afirmaciones correctas, acertadas; pero no podemos ignorar nuestra
imperfección humana. Por eso, no nos asustemos si escuchamos de personas
mayores, incluso de altos miembros mayores de la Iglesia, hacer afirmaciones
con efectos contraproducentes o reprobables.
A veces se cuenta
con tiempo para hacer una afirmación, por tanto, se tiene tiempo para pedirle
luces a Dios, pedir consejos a personas experimentadas y reflexionar. Como
también a veces toca dar una afirmación inmediata.
En la historia
humana y salvífica-religiosa podemos encontrar sin fin de afirmaciones,
afirmaciones que se han vuelto célebres. Leerlas, conocerlas nos pueden ayudar
a la hora de hacer nuestras afirmaciones. Si no hay algo que afirmar mejor
guardar silencio, como se dice en mi país: “Calladito, te ves más bonito”.
Por ser imperfectos, nos equivocamos; como personas estamos en un auto hacernos, es decir, en las afirmaciones se debe tener en cuenta la edad, el nivel académico, la historia personal, las amplisimas circunstancias, los contextos. Uno puede hacer de pequeño una afirmación que ya de joven o adulto la rectifica, porque posee mayor conocimiento. Las personas tenemos derecho a reivindicarnos, ya sea de palabras o de obras. San Pedro negó tres veces al Maestro afirmando no conocerle, pero después tres veces afirma su amor hacia Él, y lo demuestra llevando su amor hasta el martirio. Por tanto, debemos ser comprensivos, fraternos. Ciertamente, hay personas que han muerto afirmando algo que se considera incorrecto o inaceptable, sin cambiar su posición; en este caso, nos toca tratar de sacar la lección adecuada y confiar esa persona al Creador. No es posible esperar afirmaciones perfectas siempre del ser humano, de ningún ser humano.
Que el Espíritu
Santo, la oración, el estudio, la reflexión, la experiencia nos vaya ayudando a
ir perfeccionando el contenido de nuestras afirmaciones, sin olvidar que nunca
serán perfectas, correctas y acertadas siempre.
Pbro.
Gustavo Romero
Fiesta
de María Auxiliadora de los Cristianos
Pamplona,
España.