EL SEÑOR JESÚS Y ROMERO,
ENEMIGOS DE LA CORRUPCIÓN, LO ILÍCITO, LO INJUSTO
Queridos hermanos y hermanas, en
primer lugar, reciban un saludo afectuoso en el Señor Jesús, quien nos ha
reunido para celebrar este tercer Domingo de Cuaresma; prácticamente, estamos
ya a la mitad para revivir, actualizar la Pascua de nuestro Señor Jesucristo, “sí con El morimos, reinaremos con Él”,
nos recuerda san Pablo (2 Tim 2, 12).
En esta celebración eucarística
nos encontramos los sacerdotes y los seminaristas de El Salvador (Centro
América), quienes estamos estudiando en la Universidad de Navarra (España), y
el motivo es porque estamos celebrando anticipadamente el trigésimo octavo
aniversario del martirio del Beato salvadoreño: Oscar Arnulfo Romero y
Galdámez. Nos alegramos por la oportunidad de tener esta Eucarística, como
también, agradecemos al párroco por su apoyo a través del padre Roberto Carlos,
al padre Rodolfo de la hermana República de Nicaragua, quien nos está
presidiendo esta Santa Misa, y a todos ustedes por compartir nuestros
sentimientos de júbilo.
Una pregunta que naturalmente puede
surgir es: ¿Quién es el Beato Oscar Romero? Monseñor Romero, como le decimos en
El Salvador, es un Beato del siglo pasado, por tanto, contemporáneo a la mayoría
de nosotros. Deteniéndome brevemente en el Evangelio propuesto para este día,
vemos al Señor Jesús expulsando del templo a los vendedores y a los cambistas
con sus mercancías. La finalidad del templo es para orar, para tributar culto a
Dios, y lo habían convertido en mercado. Voy a saltarme la explicación, pero lo
que está de fondo es la corrupción. Ciertamente, eran los negociantes que
estaban en el templo, pero el templo era administrado por los sacerdotes judíos,
o sea, los negociantes estaban bajo el consentimiento de ellos. Y esos negocios
no eran honestos. Por supuesto, esta acción de Jesús le estaba ganando más
odio, por parte de las autoridades religiosas judías. Esta actitud de Jesús de
volcar las mercancías y expulsar a los mercaderes, podríamos decir que es una
denuncia contra la corrupción. De esta manera, conocemos una más faceta de
nuestro Señor Jesús, que por los santos evangelios, sabemos que oraba, enseñaba,
predicaba, sanaba enfermos, exorcizaba, pero también, no toleraba lo ilícito,
lo injusto, lo corrupto. Pues, los
mismos pasos siguió el Obispo Oscar Romero, y por gracia de Dios, compartió el
mismo destino del Mesías: la muerte, el martirio. Pensemos en si el Señor Jesús
por miedo no hubiera actuado en el templo, por conservar su vida, del mismo
modo, si Monseñor Romero no hubiera denunciado enérgicamente los atropellos,
injusticias, represiones que se estaban llevando a cabo en ese momento en El
Salvador. Pues, no hubieran sido auténticos testigos, y lo peor, cómplices del pecado de la corrupción y la injusticia. Con esa acción en el
templo, Jesús deja claro que parte elemental de la santidad, es también
expulsar, luchar contra todas las manifestaciones del pecado, de la corrupción.
Si le pasara el micrófono a mis
hermanos sacerdotes y a mis hermanos seminaristas aquí presentes, con seguridad
ellos dirían muchas cosas interesantes sobre el Beato Romero, pero como no es
posible, considero que en el Obispo Romero encontramos dos enseñanzas esenciales:
la vivencia radicalidad del Evangelio y el compromiso decidido a favor del
Reino de Dios. Monseñor Romero comprendió muy bien las palabras de nuestro
Maestro: “Quien quiera salvar su vida, la
perderá, pero el que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mateo 16, 25).
El Beato Romero fue capaz de ofrecer su vida, porque era un hombre de oración, tenía
una relación íntima con Dios Padre. Son interesantes y edificadores sus
escritos y homilías. Si a alguno de
ustedes les interesa conocer la figura del Beato Romero, hay un sitio web
oficial en Internet, y en la librería san Pablo de Pamplona –no estoy
haciéndole publicidad- hay libros sobre él. La figura de Monseñor Romero cada
vez más va siendo conocida en el mundo, de hecho, la ONU ha proclamado el 24 de
marzo, Día internacional del Derecho a la Verdad, como homenaje al obispo
Romero.
Antes de finalizar, como datos
históricos, Oscar Romero nació el 17 de agosto de 1917, en un lugar llamado
Ciudad Barrios; fue martirizado en la Capilla del Hospital Divina Providencia (San
Salvador), el 24 de marzo de 1980, y fue beatificado en San Salvador el 23 de mayo
de 2015.
Que la Virgen María y san José nos ayuden a leer, meditar y hacer vida en el estado propio de cada uno, los santos evangelios, para ir tras las huellas de su Hijo, nuestro Redentor.
Que la Virgen María y san José nos ayuden a leer, meditar y hacer vida en el estado propio de cada uno, los santos evangelios, para ir tras las huellas de su Hijo, nuestro Redentor.
Pbro. Gustavo Romero
Parroquia “Santa María de la Esperanza”
Cizur Mayor, Navarra