BLOG PERSONAL E INDEPENDIENTE

domingo, 20 de febrero de 2011

¿EXISTE UNA FORMACIÓN QUE ASEGURE SACERDOTES COMPETENTES?



En matemáticas, uno más uno da como resultado exacto dos; en química, el alumbre potásico o alumbre de potasio, está formado por una sal doble de aluminio y potasio hidratada (con 12 moléculas de agua), cuya fórmula es KAl (SO42.12H2O; en biología, en concreto en los injertos en plantas herbáceas, las comunicaciones vasculares del xilema y del floema se forman directamente a partir del parénquima de callo...Así podría continuar mencionando diferentes ramas de distintas disciplinas teóricas y prácticas, pero si las he mencionado es por tratar de responder a una pregunta: ¿La formación sacerdotal da como resultado directo sin error un sacerdote íntegro?, o ¿formadores con estudios especializados más toda una estructura formativa es igual a sacerdotes infalibles y totalmente capaces en todo sentido?

Respeto toda opinión al respecto, pero me parece que decir que un seminario equis con sus formadores y propuestas formativas puedan dar a la Iglesia y al mundo solo generaciones casi infalibles, me parece que es una afirmación  muy aventurada, o tal vez imprudente.

Les invito a ingresar a la página www.chiesa.espressonline.it, (hay otras también), para que lean las estadísticas de hermanos sacerdotes que han abandonado el ministerio; al mismo tiempo, vean en algunos ellos de qué seminarios han salido, dándose cuenta  así que se han formado en grandes seminarios del mundo, y no se dio el resultado matemático esperado que hoy algunos pretenden en nuestro entorno.

A mi juicio (estoy abierto a la verdad), me parece que se ha caído en un reduccionismo, es decir, si alguien no posee un elemento como formador o formando no es capaz, ¿pero lo demás qué?... Un ejemplo concreto: Se le da el visto bueno a un seminarista por ser un "ingeniero pastoral" y un intelectual, lo cual proviene de una "formación fuerte y no débil", ¿pero lo humano, lo espiritual, lo auténticamente pastoral, la cultura general en él ¿dónde queda? Y así se pueden hacer diversas combinaciones, pero dejando de lado otros aspectos que deberíamos  tener los sacerdotes. La formación de los seminaristas debe ser integral.

En lo que si estoy de acuerdo, es que se debe dar lo mejor para la formación de los futuros pastores, crear las mejores condiciones, confiar en la acción del Espíritu Santo (principal), esforzarse por cumplir las exigencia propuestas por la Iglesia para tan delicado puesto en la diócesis, etc., Se tratará de dar lo mejor confiando tener padres del nivel exigido para la contemporaneidad, pero no podemos asegurar nada. Tengamos en cuenta la libertad del formando. 

Yo me baso en el ejemplo de Judas Iscariote, qué lujo que nadie tendrá en la historia, es decir, haber sido formado por el mismo Jesucristo, Pastor y Modelo por excelencia. Fue elegido, fue instruido, formó parte del grupo selecto de los Doce, escuchó a Jesús de primera mano, anduvo en las acciones misioneras, apostólicas y pastorales del Maestro, tuvo el ejemplo de una fuerte y sincera vida espiritual, convivió fraternalmente con su grupo y demás discípulos, etc... y ¿en qué terminó tan alto nivel de formación? Jesús es mucho más por supuesto que un doctor, licenciado, pastoralista, hombre de santidad y de calidad humana. Entonces, ¿dónde está el problema? No estuvo en Jesús claro está, sino en que Judas no se dejó formar y no asimiló correctamente la formación. En conclusión, no podemos asegurar que de tal elementos saldrá un producto casi perfecto o super capacitado.

Termino invitándoles a la oración, para que en la Iglesia no falten formadores y una formación adecuada en los seminarios; al mismo tiempo, hacer un llamado a la concientización de que a los padres de los seminarios nos sucede como a los de las parroquias, o sea, el obispo nos  ubica y no nos auto-ubicamos en un lugar. Dios mediante, el despertar de la Iglesia en este camino, sea para el renovamiento de ella misma, tal como lo afirmaba el Papa Benedicto XVI, a los sacerdotes el año pasado en la clausura del año sacerdotal, al referirse que una importante clave del renovamiento eclesial está en la adecuada formación de los futuros pastores. Que todo sea para la mayor gloria de Dios. Muchas gracias y bendiciones.