Este pequeño tema va dirigido a jóvenes que asisten a la Iglesia, pero
que expresan la presión del ambiente social en el que vivimos. Comencemos haciendo una sentida afirmación: Todos respiramos
en una sociedad envuelta por la secularización. El proceso secularizante
constituye el latido del corazón de la modernidad.
Como no es una
exposición sistemática ni con rigor académico, solo daremos unas ideas
básicas. En primer lugar, ¿Qué es el secularismo?
El secularismo (de secular)
es aquel pensamiento o actuación que es perteneciente o relativo a la vida,
estado o costumbre del siglo o mundo y, por tanto, que no tiene órdenes
clericales y es ajeno a las prácticas y usos religiosos.
El fenómeno de la
secularización, al menos en algunos países, asume cada día con más fuerza la
forma de un laicismo, más o menos oficial, radical e ideológico, en que Dios no
cuenta, se actúa «como si Dios no existiera», y a la fe se le reduce o recluye
a la esfera de lo privado.
Permitanme resaltar la figura del Papa Benedicto
XVI en este sentido. El arzobispo Paul Joseph Cordes,
alemán y amigo de Joseph Ratzinger desde hace muchos años, está convencido de
que Benedicto XVI constituye una «respuesta de Dios» a la expansión del
secularismo. En una entrevista
concedida a Zenit, el presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», encargado
de la coordinación de las instituciones de asistencia de la Iglesia católica, a
quien el Papa encomienda la gestión de sus obras de caridad, expresa algunos de
los rasgos fundamentales de Joseph Ratzinger. Según
algunos observadores, Juan Pablo II fue para el comunismo lo que Benedicto XVI
será para el relativismo moral y religioso. Según usted, ¿hasta qué punto es
válida esta afirmación? En sus nombramientos, Dios tiene en cuenta indudablemente la
vivencia biográfica y las capacidades específicas de sus mensajeros. El difunto
Papa, en su juventud y como obispo de Cracovia, había vivido la experiencia
dolorosa del comunismo. Y por este motivo combatió enérgicamente contra las
fuerzas ateas del régimen. En 1997, fui testigo de cómo dio espacio a su
terrible cólera al consagrar la iglesia de «Nowa Huta», que entonces
representaba el símbolo de esa lucha. Como
obispo de Roma no dejó de luchar ante «reyes y presidentes» en nombre de la
libertad y de la dignidad de las personas. Por desgracia, no fue escuchado su
ardiente deseo de visitar Rusia y China. El
Papa Benedicto XVI, como profesor de Teología, siempre ha transmitido de manera
clara y comprensible la verdad de la fe y de la tradición. Formó en la
Universidad a futuros sacerdotes y catequistas. Trató de encontrar y difundir en el mundo intelectual los
argumentos para una comprensión
Ahora, precisemos lo que transmite el secularismo, para poderlo detectar, desenmascarar y combatir. Las explicaciones y ejemplos a cada idea no las he puesto por escrito.
Para el
secularismo:
- - La idea misma de Dios aparece como alienante, inútil o imposible. ( cf. Karl
Marx, Nietzsche)
- - Pensada en un esquema de rivalidad, la idea de Dios aparece como
alienante, ya que, hipotéticamente, privaría al hombre de su autonomía y
libertad, de su autodeterminación y responsabilidad, por empujar al hombre
fuera del mundo, hacia un refugio escatológico.
- - En vez de pensar en cambiar el mundo para hacerlo mejor y más
humano, el hombre religioso parece limitarse a pasar la vida en una mera
contemplación de la eternidad.
- - A su vez, la religión parece servir sólo para legitimar un sistema
de estructuras históricas o sociales de carácter conservador y patriarcal. Al
unirse a la vivencia religiosa, la política se sacraliza.
- - En este mundo sagrado y jerárquico falta espacio para la imaginación
y fantasía creadoras. Al sentirse legitimadas por una especie de derecho
divino, estructuras sociales históricamente anacrónicas se tornan resistentes
al cambio.
- - Además, no raramente la idea de Dios se presenta también como
inútil para mejorar la vida humana, pues las opciones políticas concretas
aparecen meramente en un horizonte intraterrestre. Aunque en un segundo
momento, en el caso del creyente,
tales opciones políticas puedan ser posteriormente legitimadas por una
motivación religiosa.
- - Por último,
supuesto el crepúsculo de la metafísica y la imposibilidad de una verificación
estrictamente empírica de los enunciados religiosos, la idea de Dios aparece
como imposible de ser pensada, ya que resulta increíble para una consideración
filosófica entendida como pura fenomenología de lo social o cómo mero análisis
estructural de los juegos lingüísticos en las diversas situaciones humanas.
- Consecuentemente, la idea de Dios viene a ser considerada como una
suerte de fantasma o como un espejismo ilusorio, sin que su eclipse en la conciencia
despierte un particular sentimiento de nostalgia.
Todos
sin excepción estamos expuestos al secularismo, incluidos los miembros de la
Iglesia en todos los niveles. El secularismo invita a despertar la razón
(madurez) para superar la fe y principios doctrinales religiosos (infancia),
pues, valgámonos de su invitación para potenciar nuestra inteligencia iluminada
por la fe, y comprenderemos que es una gracia estar en la Iglesia, pues nos
ayuda a descubrir y redescubrir la Verdad que es Jesucristo. Unidos a Jesús Roca firme y sólida,
tendremos convicciones claras y una voluntad recta ante los embates del
secularismo.