Entró Jesús en una aldea, y una
mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana
llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Por el
modo de relatar de Lucas parece que Marta, María y Jesús no son aun
amigos, sino que sería como una especie de visita evangelizadora que
andaba haciendo Jesús, y que en la casa de estas hermanas fue recibido. ¡Que
bendición tener dentro de la casa al Misionero del Padre!... Pero,
también, lo más probable es que ya lo esperaban, puesto que María se
sentó a sus pies, y la otra hermana estaba absorta con los preparativos.
Para los dos era importante Jesús; las dos se consideraban dichosas de tenerlo
en su casa.
No me
hago la idea de que María fuera haragana o evasora de responsabilidades,
sino que ella comprendió -con conocimiento de causa o por intuición- de
que tenía al Mesías prometido "aquí y ahora", y por lo
tanto, cada segundo contaba. El Señor luego seguirá su camino, por
eso había que aprovecharlo al máximo, teniendo en cuenta que El
había hecho tiempo para ellas. El Resucitado que no esta limitado por
espacio-tiempo tiene tiempo para todos nosotros.
María escuchaba
su palabra. "¡Nadie ha hablado nunca como ese hombre!" (San Juan 7, 46);
"Sus palabras son espíritu y vida" (San Juan 6, 63); "Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y
nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (San Juan 6, 68).
!Como no escuchar a Jesús! Hermano y hermana, amigo y amiga, te propongo dos
preguntas para que reflexiones:
1. ¿Para ti las palabras de Jesucristo son
prioritarias? o ¿son las que menos escuchas en el día a día?
2. ¿Crees que vale la pena escuchar a Jesús?, y, si afirmas que
vale la pena ¿Cuánto tiempo
le dedicas en la semana a escuchar, meditar y estudiar sus palabras?
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio, hasta que
se paró y
dijo: "Señor, ¿no te importa que
mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una
mano". Pero el Señor le contestó: Marta, Marta, andas inquieta y
nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la
parte mejor, y no se la quitarán".
En las casas se dan reclamos entre hermanos ante
los papás porque no todos asumen las responsabilidades, al
párroco le llevan las quejas por ciertos hermanos que no responden al
accionar pastoral, al jefe le reclaman porque no todos trabajan igual y ganan
lo mismo... El Señor con serenidad, sabiduría y sencillez (sin
razonamientos) le hace ver a María que su hermana ha hecho la mejor
elección: aprovechar el tiempo para escucharlo a Él. Imagino a
Jesús despreocupado por el tipo de comida que le darán o por ser
recibido en una casa reluciente. Él ha ido donde esas hermanas para ser su
alimento: "Trabajen no por el alimento que perece, sino
por el alimento que perdura para la vida eterna, el que les dará el Hijo del
hombre" (San Juan 6, 27).
Por otra parte, se ha de evitar condenar a Marta,
tachándola de activista y materialista, puesto que ella actuó de
buena con fe y con buena intención, simplemente le falto llegar a la claridad
que alcanzó su
hermana. El Papa Emérito Benedicto XVI nos ofrece un rico comentario al
respecto: "La palabra de Cristo es clarísima: ningún
desprecio por la vida activa, ni mucho menos por la generosa
hospitalidad; sino una llamada clara al hecho de que lo único
verdaderamente necesario es otra cosa: escuchar la Palabra del Señor; y el
Señor en aquel momento está allí, ¡presente en la Persona de Jesús! Todo lo
demás pasará y se nos quitará, pero la Palabra de Dios es eterna y da sentido a
nuestra actividad cotidiana.
…la
persona humana tiene necesidad de Dios, que es luz interior de amor y de
verdad. Sin amor, hasta las actividades más importantes pierden valor y no dan
alegría. Sin un significado profundo, toda nuestra acción se reduce a activismo
estéril y desordenado. Y ¿Quién nos da el amor y la verdad sino Jesucristo?
Por eso aprendamos, hermanos, a ayudarnos los unos a los otros, a colaborar;
pero antes aún a elegir juntos la parte mejor, que es y será siempre nuestro
mayor bien" (18 de julio de 2010). La elección de esa mejor parte es
la que nos impulsa a entregarnos más o del todo, a hacernos caridad y
generosidad.
Oportunamente
bien podemos citar a San Benito de Nursia recordando su clásica frase: Ora et
labora. Los cristianos tenemos que ser Marta y María al mismo tiempo, ni
solo trabajo ni solo oración.