TEMA 1: Eucaristía: pan partido para la vida del
mundo
« El pan
que yo daré es mi carne para la vida del mundo » (Jn 6,51). Con estas palabras el Señor
revela el verdadero sentido del don de su propia vida por todos los hombres y
nos muestran también la íntima compasión que Él tiene por cada persona. En
efecto, los Evangelios nos narran muchas veces los sentimientos de Jesús por
los hombres, de modo especial por los que sufren y los pecadores (cf. Mt 20,34; Mc 6,54; Lc 9,41). Mediante un sentimiento
profundamente humano, Él expresa la intención salvadora de Dios para todos los
hombres, a fin de que lleguen a la vida verdadera. Cada celebración eucarística
actualiza sacramentalmente el don de su propia vida que Jesús hizo en la Cruz
por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la Eucaristía Jesús
nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así,
en torno al Misterio eucarístico, el servicio de la caridad para con el prójimo,
que « consiste precisamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la
persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo
a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en
comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a
mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la
perspectiva de Jesucristo » (Carta
enc. Deus caritas est, 25 diciembre 2005). De ese modo, en las personas que encuentro reconozco a hermanos
y hermanas por los que el Señor ha dado su vida amándolos « hasta el extremo »
(Jn 13,1). Por
consiguiente, nuestras comunidades, cuando celebran la Eucaristía, han de
ser cada vez más conscientes de que el sacrificio de Cristo es para todos y
que, por eso, la Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse « pan
partido » para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y
fraterno. Pensando en la multiplicación de los panes y los peces, hemos de
reconocer que Cristo sigue exhortando también hoy a sus discípulos a
comprometerse en primera persona: « dadles vosotros de comer » (Mt 14,16). En verdad, la vocación de
cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del
mundo.
TEMA
2: Implicaciones sociales del Misterio
eucarístico
La unión
con Cristo que se realiza en el Sacramento nos capacita también para nuevos
tipos de relaciones sociales: « la "mística'' del Sacramento tiene un
carácter social ». En efecto, « la unión con Cristo es al mismo tiempo unión
con todos los demás a los que Él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para
mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo
serán » (Deus caritas est, n. 14). A
este respecto, hay que explicitar la relación entre Misterio eucarístico y
compromiso social. La Eucaristía es sacramento de comunión entre hermanos y
hermanas que aceptan reconciliarse en Cristo, el cual ha hecho de judíos y
paganos un pueblo solo, derribando el muro de enemistad que los separaba (cf. Ef 2,14). Sólo esta constante tensión hacia
la reconciliación permite comulgar dignamente con el Cuerpo y la Sangre de
Cristo (cf. Mt 5,23- 24). Cristo, por el memorial de
su sacrificio, refuerza la comunión entre los hermanos y, de modo particular,
apremia a los que están enfrentados para que aceleren su reconciliación
abriéndose al diálogo y al compromiso por la justicia. No cabe duda de que las
condiciones para establecer una paz verdadera son la restauración de la
justicia, la reconciliación y el perdón. De esta toma de conciencia nace la voluntad
de transformar también las estructuras injustas para restablecer el respeto de
la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. La Eucaristía, a
través de la puesta en práctica de este compromiso, transforma en vida lo que
ella significa en la celebración. Como he afirmado, la Iglesia no tiene como
tarea propia emprender una batalla política para realizar la sociedad más justa
posible; sin embargo, tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por
la justicia. La Iglesia « debe insertarse en ella a través de la
argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las
cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni
prosperar » (Deus caritas est, n. 239).
En la
perspectiva de la responsabilidad social de todos los cristianos, los Padres
sinodales han recordado que el sacrificio de Cristo es misterio de liberación
que nos interpela y provoca continuamente. Dirijo por tanto una llamada a todos
los fieles para que sean realmente operadores de paz y de justicia: « En
efecto, quien participa en la Eucaristía ha de comprometerse en construir la
paz en nuestro mundo marcado por tantas violencias y guerras, y de modo
particular hoy, por el terrorismo, la corrupción económica y la explotación
sexual ». Todos estos problemas, que a su vez engendran otros fenómenos
degradantes, son los que despiertan viva preocupación. Sabemos que estas
situaciones no se pueden afrontar de una manera superficial. Precisamente, gracias
al Misterio que celebramos, deben denunciarse las circunstancias que van contra
la dignidad del hombre, por el cual Cristo ha derramado su sangre, afirmando
así el alto valor de cada persona.
TEMA 3: El alimento de la verdad y la indigencia
del hombre
No
podemos permanecer pasivos ante ciertos procesos de globalización que con
frecuencia hacen crecer desmesuradamente en todo el mundo la diferencia entre
ricos y pobres. Debemos denunciar a quien derrocha las riquezas de la tierra,
provocando desigualdades que claman al cielo (cf. St 5,4). Por ejemplo, es imposible
permanecer callados ante « las imágenes sobrecogedoras de los grandes campos de
prófugos o de refugiados —en muchas partes del mundo— concentrados en precarias
condiciones para librarse de una suerte peor, pero necesitados de todo. Estos
seres humanos, ¿no son nuestros hermanos y hermanas? ¿Acaso sus hijos no vienen
al mundo con las mismas esperanzas legítimas de felicidad que los demás? ». El
Señor Jesús, Pan de vida eterna, nos apremia y nos hace estar atentos a las
situaciones de pobreza en que se halla todavía gran parte de la humanidad: son
situaciones cuya causa implica a menudo una clara e inquietante responsabilidad
por parte de los hombres. En efecto, « sobre la base de datos estadísticos
disponibles, se puede afirmar que menos de la mitad de las ingentes sumas
destinadas globalmente a armamento sería más que suficiente para sacar de
manera estable de la indigencia al inmenso ejército de los pobres. Esto
interpela a la conciencia humana. Nuestro común compromiso por la verdad puede
y tiene que dar nueva esperanza a estas poblaciones que viven bajo el umbral de
la pobreza, mucho más a causa de situaciones que dependen de las relaciones
internacionales políticas, comerciales y culturales, que a causa de
circunstancias incontroladas ».
El
alimento de la verdad nos impulsa a denunciar las situaciones indignas del
hombre, en las que a causa de la injusticia y la explotación se muere por falta
de comida, y nos da nueva fuerza y ánimo para trabajar sin descanso en la
construcción de la civilización del amor. Los cristianos han procurado desde el
principio compartir sus bienes (cf. Hch 4,32) y ayudar a los pobres (cf.Rm 15,26). La colecta en las asambleas
litúrgicas no sólo nos lo recuerda expresamente, sino que es también una
necesidad muy actual. Las instituciones eclesiales de beneficencia, en
particular Caritas en sus diversos ámbitos, prestan
el precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más
pobres. Estas instituciones, inspirándose en la Eucaristía, que es el
sacramento de la caridad, se convierten en su expresión concreta; por ello
merecen todo encomio y estímulo por su compromiso solidario en el mundo.
PREGUNTAS GRUPALES
1.
¿Por qué la
Santísima Eucaristía es el sacramento de la caridad?
2.
¿Han entendido
la relación entre ser adoradora o adorador del Santísimo Sacramento y el
servicio de la caridad para con el prójimo? ¿sienten que han fallado en esto?
¿Qué harán a partir de ahora como movimiento y de manera personal para unir el
amor al Santísimo con el amor al prójimo?
3.
Digan cuales
deben ser las implicaciones sociales del misterio eucarístico
4.
¿Hay una
unidad entre el amor a la Eucarística y el amor a los pobres, a los
necesitados?
5.
¿Cómo una
persona amante del Santísimo debe tratar a las personas en su casa, en su
comunidad, en la iglesia, en su movimiento, en la calle o a las que ustedes no
les caen bien y hasta les atacan?