BLOG PERSONAL E INDEPENDIENTE

sábado, 24 de diciembre de 2022

DECIMO SEPTIMO ANIVERSARIO DE ORDENACION SACERDOTAL


"El Señor nos impuso las manos y 
ahora quiere nuestras manos para que, 
en el mundo, se transformen en las suyas"

Mientras leía el Libro de Isaías 35, 1-6ª. 10, es decir, la primera lectura del tercer domingo de Adviento ciclo “A”, ante la presencia de Jesús Sacramento expuesto en la capilla de adoración de la Parroquia en la cual estoy sirviendo actualmente, me detuve a considerar el siguiente versículo: “Fortaleced las manos débiles”. Luego, recibí una “segunda luz” que conmovió mi ser e hizo ver con los ojos del alma mis manos y escuchar una voz en mi mente que decía: “¡tenés las manos consagradas!”, “¡tengo las manos consagradas!”. Las manos del sacerdote han sido relegadas, es decir, ungidas para santificar, bendecir, colaborar con lo bueno. Por lo consiguiente, si un sacerdote emplea sus manos para colaborar y realizar acciones injustas e inmorales, ensucia y desvirtúa esas partes del cuerpo consagradas por el obispo.

El actual Papa Emérito Benedicto XVI, providencialmente para iluminar este escrito vivencial, predicó las siguientes palabras hermosas y al mismo tiempo interpeladoras:

“Recordemos, asimismo, que nuestras manos han sido ungidas con el óleo, que es el signo del Espíritu Santo y de su fuerza. ¿Por qué precisamente las manos? La mano del hombre es el instrumento de su acción, es el símbolo de su capacidad de afrontar el mundo, de "dominarlo". El Señor nos impuso las manos y ahora quiere nuestras manos para que, en el mundo, se transformen en las suyas. Quiere que ya no sean instrumentos para tomar las cosas, los hombres, el mundo para nosotros, para tomar posesión de él, sino que transmitan su toque divino, poniéndose al servicio de su amor. Quiere que sean instrumentos para servir y, por tanto, expresión de la misión de toda la persona que se hace garante de él y lo lleva a los hombres.

Si las manos del hombre representan simbólicamente sus facultades y, por lo general, la técnica como poder de disponer del mundo, entonces las manos ungidas deben ser un signo de su capacidad de donar, de la creatividad para modelar el mundo con amor; y para eso, sin duda, tenemos necesidad del Espíritu Santo. En el Antiguo Testamento la unción es signo de asumir un servicio: el rey, el profeta, el sacerdote hace y dona más de lo que deriva de él mismo. En cierto modo, está expropiado de sí mismo en función de un servicio, en el que se pone a disposición de alguien que es mayor que él.

[…] Pongamos hoy de nuevo nuestras manos a su disposición y pidámosle que nos vuelva a tomar siempre de la mano y nos guíe” (13 abril 2006). 

Así es, al celebrar 17 años de Ordenación Sacerdotal junto a otros dos hermanos sacerdotes comparto esta reflexión con toda la feligresía, y por supuesto, con todos mis hermanos sacerdotes que la lean, para que seamos conscientes de que nuestras manos “no son para tomar posesión del mundo”, que no son para prostituirlas al tocar, acariciar todo aquello que a sabiendas es pecado. Estas luces han sido motivo para reflexionar sobre cómo hemos empleado nuestras manos ungidas durante el tiempo que llevamos de Ministros del Altísimo, como también, ha de ser una consideración para todas aquellas personas que se han acercado o piensan acercarse al sacerdote para provocar que se embarren sus manos con el pecado.

Que nuestra Madre Santísima, cuyas manos eran tiernas pero hacendosas, San José, de manos endurecidas por el trabajo, sean para nosotros los sacerdotes intercesores y memoria del sublime y santo poder que revisten nuestras manos de hombre. 


jueves, 14 de julio de 2022

MARIA HA ESCOGIDO LA PARTE MEJOR (SAN LUCAS 10, 38-42)

 

Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 

Por el modo de relatar de Lucas parece que Marta, María y Jesús no son aun amigos, sino que sería como una especie de visita evangelizadora que andaba haciendo Jesús, y que en la casa de estas hermanas fue recibido. ¡Que bendición tener dentro de la casa al Misionero del Padre!... Pero, también, lo más probable es que ya lo esperaban, puesto que María se sentó a sus pies, y la otra hermana estaba absorta con los preparativos. Para los dos era importante Jesús; las dos se consideraban dichosas de tenerlo en su casa. 

No me hago la idea de que María fuera haragana o evasora de responsabilidades, sino que ella comprendió -con conocimiento de causa o por intuición- de que tenía al Mesías prometido "aquí y ahora", y por lo tanto, cada segundo contaba. El Señor luego seguirá su camino, por eso había que aprovecharlo al máximo, teniendo en cuenta que El había hecho tiempo para ellas. El Resucitado que no esta limitado por espacio-tiempo tiene tiempo para todos nosotros. 

María escuchaba su palabra. "¡Nadie ha hablado nunca como ese hombre!" (San Juan 7, 46); "Sus palabras son espíritu y vida" (San Juan 6, 63); "Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (San Juan 6, 68). !Como no escuchar a Jesús! Hermano y hermana, amigo y amiga, te propongo dos preguntas para que reflexiones:

    1. ¿Para ti las palabras de Jesucristo son prioritarias? o ¿son las que menos escuchas en el día a día?

    2. ¿Crees que vale la pena escuchar a Jesús?, y, si afirmas que vale la pena ¿Cuánto tiempo le dedicas en la semana a escuchar, meditar y estudiar sus palabras?

Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio, hasta que se paró y dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano". Pero el Señor le contestó: Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán". 

En las casas se dan reclamos entre hermanos ante los papás porque no todos asumen las responsabilidades, al párroco le llevan las quejas por ciertos hermanos que no responden al accionar pastoral, al jefe le reclaman porque no todos trabajan igual y ganan lo mismo... El Señor con serenidad, sabiduría y sencillez (sin razonamientos) le hace ver a María que su hermana ha hecho la mejor elección: aprovechar el tiempo para escucharlo a Él. Imagino a Jesús despreocupado por el tipo de comida que le darán o por ser recibido en una casa reluciente. Él ha ido donde esas hermanas para ser su alimento: "Trabajen no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre" (San Juan 6, 27). 

Por otra parte, se ha de evitar condenar a Marta, tachándola de activista y materialista, puesto que ella actuó de buena con fe y con buena intención, simplemente le falto llegar a la claridad que alcanzó su hermana. El Papa Emérito Benedicto XVI nos ofrece un rico comentario al respecto: "La palabra de Cristo es clarísima: ningún desprecio por la vida activa, ni mucho menos por la generosa hospitalidad; sino una llamada clara al hecho de que lo único verdaderamente necesario es otra cosa: escuchar la Palabra del Señor; y el Señor en aquel momento está allí, ¡presente en la Persona de Jesús! Todo lo demás pasará y se nos quitará, pero la Palabra de Dios es eterna y da sentido a nuestra actividad cotidiana.

…la persona humana tiene necesidad de Dios, que es luz interior de amor y de verdad. Sin amor, hasta las actividades más importantes pierden valor y no dan alegría. Sin un significado profundo, toda nuestra acción se reduce a activismo estéril y desordenado. Y ¿Quién nos da el amor y la verdad sino Jesucristo? Por eso aprendamos, hermanos, a ayudarnos los unos a los otros, a colaborar; pero antes aún a elegir juntos la parte mejor, que es y será siempre nuestro mayor bien" (18 de julio de 2010). La elección de esa mejor parte es la que nos impulsa a entregarnos más o del todo, a hacernos caridad y generosidad. 

Oportunamente bien podemos citar a San Benito de Nursia recordando su clásica frase: Ora et labora. Los cristianos tenemos que ser Marta y María al mismo tiempo, ni solo trabajo ni solo oración.