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jueves, 28 de junio de 2012

JESÚS TIENE EL PODER DE SANAR Y SALVAR A QUIEN LOS DEMÁS CONSIDERAN YA MUERTO



San Marcos 5, 21-43

Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar.Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies.
Las personas deseaban estar cerca de Jesús, porque "nadie había hablado como este hombre" (Juan 7, 45). Estaba a las orillas del mar de Galilea. En medio de esa aglomeración de personas, se acerca al Señor un jefe de la sinagoga. ¿Qué es una sinagoga? Una sinagoga es el espacio al cual los creyentes judíos asisten para celebrar las ceremonias religiosas. La sinagoga es el equivalente de la iglesia para los cristianos y su nombre proviene del griego, idioma en el cual significa “lugar de reunión”. Observemos bien, se trata de un jefe de sinagoga, un judío celoso de la ley y de la religión Judía. Si tenemos una visión general, basada en el Nuevo Testamento, sobre la relación de los lideres o judíos practicantes con Jesús, sabemos que no reconocieron su divinad. Por tanto, Jairo rompe dichos esquemas, se postra ante la presencia de Jesús. Este es un judío que no encuentra en su religión lo que si cree poder encontrar en Jesús, cuya fama ya estaba extendida.

y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.»
En el N.T. la acción de imponer sobre la cabeza de uno las manos, tiene significados distintos, según el contexto en el que se sitúe. En el caso de la hija de Jairo tiene el significado de curación, sanación. Una sanación que ofrece liberación de la enfermedad y una vida saludable.

Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Jesús no desatendió el clamor del padre afligido, y teniendo clara su misión de atender a los enfermos, tanto corporal como espiritual, se dirige hacia la casa de Jairo. Las personas iban con él apretándolo, bien por curiosidad, o por no separarse de él o tal vez por seguir confirmando su fe. 

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.» Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
La mujer hemorroísa aparece como segundo personaje necesitado del poder sanador de Jesús, con la diferencia que ella busca para si misma este beneficio. Al igual que Jairo, se ha enterado del surgimiento de Jesús entre pueblo para hacer el bien. Pareciera que por el bullicio y el apretujamiento alrededor del maestro, le era muy difícil a la hemorroísa hacerse escuchar por El. Entonces, motivada por la fe (alguna predicación posiblemente habrá escuchado por medio de otras personas sobre Jesús respecto a la fe), decide tocar su manto, el cual no lo ve como un objeto separado de Jesús, sino formando parte de su persona, de su forma externa de presentarse a los demás.

Pienso en tantas personas que han gastado mucho dinero, empeñado bienes materiales o hasta robado, por salir de una enfermedad acudiendo a doctores o hasta charlatanes prometedores de salud, ya sean pseudo médicos o hechiceros con facha cristiana. 

Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?» Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"» Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho.
La respuesta de los discípulos parece lógica, pues tanta gente apretando y tocando a Jesús, y El preguntando sobre quien le había tocado el manto. Jesús hace caso omiso a los discípulos, ¿por qué? ¿en qué se diferenció con los discípulos en este caso? Según mi parecer, los discípulos ven en masa, poseen una visión humana nada más; mientras Jesús, ve en particular (cf. Isaías 43, 1-5). 

Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»
Ante la pregunta de Jesús y al verse sanada por la fe en alguien de quien solo había escuchado, decide darse a conocer y expresar su manera de proceder. Como respuesta a la fe y sinceridad, Jesús le dice unas palabras tan hermosas, en las cuales le afirma la salvación, le desea la paz y le concede la deseada salud por parte de la mujer. Una salud que veía casi imposible y por eso agota su ultimo cartucho acudiendo al Señor, de quien se hablaba ya tanto. Es de notar que Jesús le ofrece no solo la salud corporal, sino también la salvación (cf. Gaudium et Spes). 

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe. Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.Y tomando la mano de la niña, le dice: « Talitá kum », que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.» La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor.

Después de darse la sanación de la hemorroísa, como narración intermedia entre la petición de Jairo y la llegada de Jesús a su casa, se narra que unos salen al encuentro de ellos, constatado la muerte de la niña. Jesús le pide a Jairo permanecer en la fe, una "fe capaz de mover montañas" (cf. Mateo 8). "Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 143). Luego ingresar con los tres apóstoles, bases de Iglesia su apostólica, testigos cualificados del poder de Dios en Jesús. 

Jesús sabia que la niña estaba muerta, pero también era consciente de su poder. Ante burlas y lamentos, desafía la muerte, anticipa en la niña lo que iba a darse en El después de su sepultura: la resurrección. "Nada es imposible para Dios" (Lc 1, 37). Jesús, tal como lo narran diversos pasajes evangélicos y en diversas circunstancias, domina las leyes de la naturaleza.

Si hacemos una adaptación espiritual, a veces damos por muerto o perdido, lo que aún puede rescatarse. Nadie puede considerarse "caso perdido" aunque así aparente y se juzgue. Toda persona humana lleva en sus interior la capacidad de Dios. El Señor puede sacar de la muerte espiritual hasta el que está más hundido en el pecado. Las personas a veces jugamos y hasta duro, pero Dios que conoce el corazón del ser humano, sabe como intervenir en la vida de cada quien. Si nos consideremos cristianos, "imitemos estos mismos sentimientos de Cristo" (cf. Filipenses 2, 1-11). Después de sanar la niña, se levantó y se puso a andar; cuando el ser humano sale de lo que lo hundía, tiene una oportunidad más en la vida, se levanta y va hacia adelante por camino recto y seguro... Jesús es la gran oportunidad para reivindicarnos en el propio existir.

También encontramos un elemento común entre la hemorroísa y la niña: el numero doce. Doce años pasó la mujer padeciendo flujo de sangre; doce años tenía la niña. El número 12 es también simbólico. Significa "elección" (mercaba. org). 

Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.
Si hacemos nuevamente una adaptación espiritual, el deber de la Iglesia es alimentar en la fe, a la persona que ha ingresado o reingresado al rebaño de Jesucristo. Conducirla por verdes praderas y aguas tranquilas, guiándola por el recto sendero (cf. Salmo 22, 2-3).