BLOG PERSONAL E INDEPENDIENTE

jueves, 13 de abril de 2023

CRISTO RESUCITADO ES NUESTRA ESPERANZA

 


Queridos hermanos y hermanas, con la solemne Vigilia Pascual hemos celebrado y continuamos celebrando la gloriosa victoria de nuestro Señor Jesucristo, fundamento de nuestra esperanza, tal como nos lo enseña san Pablo en la Primera Carta a los Corintios, en el capítulo 15. Precisamente, este es el anuncio que la Iglesia quiere transmitir en este tiempo pascual: ¡Cristo resucitado, es nuestra esperanza! Cuando hay esperanza, hay motivos para luchar.

Hablando a sus cristianos, Pablo parte de un dato inapelable, que no es el resultado de una reflexión de un hombre sabio, sino un hecho, un simple hecho que ha intervenido en la vida de algunas personas. El cristianismo nace de aquí. No es una ideología, no es un sistema filosófico, sino que es un camino de fe que parte de un acontecimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús. Pablo lo resume de esta manera: Jesús ha muerto por nuestros pecados, fue sepultado, y al tercer día resucitó y se apareció a Pedro y a los Doce (cfr. 1 Corintios 15, 3-5). Este es el hecho: murió, fue sepultado, resucitó y se apareció. Es decir, ¡Jesús está vivo! Este es el núcleo del mensaje cristiano.

Anunciando este acontecimiento, que como todos sabemos es el núcleo central de la fe cristiana, Pablo insiste sobre todo en el último elemento del misterio pascual, es decir en el hecho de que Jesús ha resucitado. Efectivamente, si todo hubiera terminado con su muerte, en Él tendríamos un ejemplo de devoción suprema, pero esto no podría generar nuestra fe, y menos aún nuestra esperanza y caridad. No ha sido un héroe según los parámetros del mundo, sino alguien que murió y resucitó. Por consiguiente, la fe nace de la resurrección dice el Papa Francisco. Aceptar que Cristo murió, y murió crucificado, no es un acto de fe, es un hecho histórico. Si no hubiera sido así, tendrían razón los ateos y detractores en burlarse de la fe firme y valiente de los cristianos, pero como su victoria en el sepulcro fue histórica, nuestra fe tiene sentido y solidez.

Nuestra fe nace la mañana de Pascua, y por ello acudimos a la Santa Misa dominical para revitalizar esa fe recibida como un don del Cielo. San Pablo hace una lista de las personas a las cuales Jesús resucitado se apareció (véanse 1 Corintios 15, 5-7). Tenemos aquí una pequeña síntesis de todas las narraciones pascuales y de todas las personas que entraron en contacto con el Resucitado. Encabezando la lista está Cefas, es decir Pedro, y el grupo de los Doce, luego “quinientos hermanos” muchos de los cuales podían dar todavía su testimonio, luego es citado Santiago. Último de la lista —como el menos digno de todos— está él mismo. Pablo, pues, dice de sí mismo: “como un aborto” (cfr. 1 Corintios 15, 8). El usa esta expresión porque su historia personal es dramática: él no era un jovencito de los que hoy sirven en la misa, sino un perseguidor de la Iglesia, orgulloso de sus propias convicciones; se sentía un hombre realizado, con una idea muy límpida de qué era la vida con sus deberes. Pero, en este cuadro perfecto de vida, un día ocurrió lo que era absolutamente imprevisible: el encuentro con Jesús Resucitado, sobre el camino de Damasco. ¿Cuántas personas se sienten seguras con sus esquemas de vida al margen de Dios? El orgullo personal no deja resucitar en el Señor, ya sea porque se piensa que no se necesita para nada o porque se piensa que como no se hace daño a nadie, entonces se es bueno o hasta santo... Y el perseguidor se convierte en apóstol, ¿por qué? Porque ¡yo he visto a Jesús vivo! ¡Yo he visto a Jesús resucitado! Este es el fundamento de la fe de Pablo, como el de la fe de la Iglesia Católica, como el de nuestra propia fe.

Jesús resucitado sale al encuentro de Pablo de Tarso, y en cada tiempo pascual se sigue repitiendo: El glorioso vencedor sale al encuentro del ser humano. Por tal motivo, el cristianismo es gracia, es sorpresa, cambia el sentido de nuestra vida, nos da motivo para vivir, aunque se esté en medio de unas tinieblas que se sienten muy pesadas e interminables.

Cuántos hombres o grupos socio-políticos se están erigiendo como “la esperanza” de las sociedades, usurpando el lugar que le corresponde a Jesús resucitado, y lo más triste es que cantidad de personas les conceden esa primacía. No nos extrañemos del remolino que estamos viviendo, pues es producto de nuestra idolatría, de nuestra terquedad, cuando el Maestro nos dijo tan claramente que los gobernantes de este mundo oprimen (cfr. San Mateo 20, 25) Y, entonces, ¿qué se puede hacer? Pues, renovarnos existencialmente en el resucitado y desde ahí con su fuerza que “viene de lo alto” seguir en pie de lucha cristiana, hasta lograr sanar la sociedad, la familia, lacerada por los falsos mesías e ideologías de muerte, y recomenzar de nuevo. Cuando hay esperanza, ¡hay motivos para luchar! “Todos lo podemos en Cristo que nos fortalece” (Filipenses 4, 13).

A esto añadimos las palabras del Papa Francisco: “Entonces, aunque seamos pecadores —todos nosotros lo somos—, si nuestros propósitos de bien han permanecido sobre el papel, o también si, mirando nuestra vida, nos damos cuenta de haber sumado muchos fracasos... En la mañana de Pascua podemos hacer como esas personas de las cuales habla el Evangelio: ir al sepulcro de Cristo, ver la gran piedra volcada y pensar que Dios está realizando para mí, para todos nosotros, un futuro inesperado. Ir a nuestro sepulcro: todos tenemos un poquito dentro. Ir ahí, y ver cómo Dios es capaz de resurgir de ahí. Aquí hay felicidad, aquí hay alegría, vida, donde todos pensaban que hubiera solo tristeza, derrota y tinieblas. Dios hace crecer a sus flores más bonitas en medio de las piedras más áridas”. Los cristianos somos un pueblo de esperanza, sostenida por ese que Vive por los siglos de los siglos (cfr. Apocalipsis 1, 18).

A modo de conclusión, afirmamos, pues, que ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga. No es un amor para alimentar nuestras aspiraciones sentimentales, sino un amor redentor y transformativo, el cual nos impulsa a no ceder al mal por más fuerte que sea, a permanecer firmes y solidarios.  El converso Pablo grita, haciéndose eco de los profetas que veneraba: « ¿Dónde está oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está oh muerte, tu aguijón? » (1 Corintios 15, 55). Durante esta cincuenta pascual llevamos este grito en el corazón. Y si nos cuestionan sobre nuestra alegría y serenidad, por mostrarnos como esa hermosa rosa de buen olor en medio de áridas piedras, respondamos: ¡Cristo está vivo! ¡Él está aquí, ha resucitado! Nuestra vida ha resucitado con El. Todo puede volver a renacer, en Jesucristo resucitado.

¡Felices pascuas de Resurrección!

 

Pbro. Lic. Gustavo Romero


*Nota: Este articulo ha sido publicado en la Revista pastoral de la Parroquia "Nuestra Señora del Pilar", Diócesis de Margarita, Venezuela. 


domingo, 26 de febrero de 2023

ESQUEMA DE ADORACION EUCARISTICA INSPIRADO EN LA CURACION DE BARTIMEO

"MAESTRO, QUE VUELVA A VER" (MARCOS 10, 51)


Exposición del Santísimo

 

Canto: Alabemos al Santísimo 

 

Motivación: Hemos venido para encontrarnos con el Señor, para verlo pasar en medio de nosotros. Hemos venido cargando nuestras enfermedades, penas y esperanzas. Algunos están cansando, otros han perdido la ilusión. No están ciegos, pero no ven el camino. Cuántos han perdido el sentido de la vida y no tienen a dónde ir, ni con quien compartir su existencia. Aprovechemos este momento de oración ante Jesús Sacramentado, y pidámosle que al salir de esta tarde de retiro espiritual podamos ver con mayor claridad su amor, su misericordia y su voluntad. Que veamos nuestros pecados y nuestras comodidades, y nos comprometamos a seguir los pasos del Maestro que vino a dar la vida por nosotros. Escuchemos la bendita Palabra del Señor.

 

Del evangelio de San Marcos 10, 32. 46-52

 

Continuaron el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos. Los discípulos estaban desconcertados, y los demás que lo seguían tenían miedo.

 

Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un limosnero ciego se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo).  Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Varias personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.» Llamaron, pues, al ciego diciéndole: «Vamos, levántate, que te está llamando.» Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego respondió: «Maestro, que vea.» Entonces Jesús le dijo: «Puedes irte; tu fe te ha salvado.» Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino."

Reflexión

 

El evangelio cuenta que Jesús estaba de viaje a la capital de Israel, en vísperas del acontecimiento más importante de la Historia de la Salvación: Su muerte y resurrección. Sin embargo no escogió el camino más corto, sino que bajó por la depresión del Jordán hasta llegar a Jericó, antigua puerta de entrada del pueblo de Dios para conquistar la Tierra Prometida.

“Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente…” De esta forma llega, y así parte. Por tanto nos podemos preguntar: Entonces, ¿para qué fue a Jericó si no hizo nada? Cuando abandonaba la ciudad sucede algo inesperado que es digno de ser registrado en el Evangelio y de este modo tal jornada cobra sentido: fue hasta Jericó solo por una persona llamada Bartimeo.

 

Marcos nos pinta a Bartimeo en tres pincelazos de diferente color: Ciego, mendigo y cansado. Nada hay más triste que una persona derrotada frente a los retos de la vida. La verdad es que Bartimeo no tiene a dónde ir, porque todas las rutas le están cerradas.

 

Bartimeo era ciego, pero no sordo. Escuchó una algarabía como jamás la había percibido. No eran los gritos de los comerciantes que discutían en diversas lenguas y dialectos. Bartimeo era ciego, pero no mudo. Sabe que el famoso taumaturgo de Galilea va de prisa y no puede perder la oportunidad. Por eso, en ese preciso momento, desde su postración, grita en medio de la multitud.

 

Canto: Jesús sana a un ciego de nacimiento 

 

También Jesús hace hoy en día un viaje especial por cada uno de nosotros. Él es capaz de desviar su itinerario para hacerse presente en el lugar donde nos encontramos cada uno. Él tiene muchas cosas que hacer, pero ha dejado todo para venir a pasar por enfrente de nuestra vida.

 

Somos ciegos cada vez que perdemos el objetivo de nuestra existencia y creemos que todos los senderos están cerrados. Somos mendigos cuando dependemos de lo que a los otros les sobra. Cuando dejamos el bastón de peregrinos y nos aletargamos en la pasividad, dejando a los demás decidir por nosotros, somos Bartimeos fatigados a la orilla de la vía. En el mundo hay muchos Bartimeos, ciegos, que no saben lo que quieren; mendigos, que dependen de los demás. Frente a la ruta donde transitan las caravanas que persiguen metas, los Bartimeos se sientan a pedir limosna.

 

Hoy Jesús pasa enfrente de donde tu estas sentado, sufriendo y pidiendo limosna. Esta es la Buena Noticia para todos los Bartimeos, ciegos, mendigos y fatigados por el peso de sus problemas y enfermedades. ¡Bartimeo!, el hombre de Galilea que se encamina a Jerusalén, ha renunciado a su itinerario original y ha decidido acercarse a tu dolor. Si te aferras a esta Palabra con fe, será el inicio de tu salvación y tu sanación.

 

Canto: Se sanó 

 

Meditación

 

·         Bartimeo se dirige a Jesús por su nombre; por la designación que significa: “Dios salva”, es decir, se dirige al Maestro con confianza. ¿Tú te diriges a Jesús con confianza? ¿Consideras a Jesús tu amigo y salvador?

 

·         Bartimeo era ciego, pero no sordo. Recuerda lo más que puedas todos esos momentos en los cuales te hiciste el sordo a la Palabra de Dios. Recuerda esos consejos que no quisiste escuchar y que lamentas no haberlos escuchado. Cuantas veces te burlaste de las invitaciones que te hicieron para asistir a la Iglesia, a un retiro espiritual o a un servicio en la parroquia.  

 

·         El ciego deseaba ver. Se sincero, sincera, y preguntante si necesitas ver o no necesitas. San Juan 8, 12 dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Si dices que no necesitas ver, porque ves bien, porque te auto-consideras autosuficiente, seguramente has caído en orgullo, y el orgullo conduce a la perdición.  

 

·         La multitud no puede soportar que uno sea diferente a los demás. Pretende que todos sean iguales. No permite la singularidad de la personas. Todos tienen que comportarse de acuerdo a la tradición y al rito preestablecido. ¿Tienes miedo de acercarte a Jesús para que sane tu ceguera espiritual, y por consiguiente, ser excluidos por los que aman el pecado, lo que ofrece el mundo?

 

·         Hay cristianos que después de haber encontrado a Jesús regresan a sus antiguas actitudes carnales. Extrañan su vida anterior y quieren seguir apegados a sus antiguos paradigmas. ¿Te ha sucedido eso mismo a ti? ¿Qué propósitos te harás al salir de este retiro espiritual?

 

Canto: Yo se que estas aquí 

 

 Momento contemplar: (Invitar a hacer resonancia de la palabra escuchada y reflexionada).

 

Luego se concluye con estas resonancias:

 

·    “Pero él gritaba mucho más…” Sin respetos humanos, Bartimeo rompe con los formalismos. No le importa hacer el ridículo y quedar en vergüenza delante de otros, pues está en juego su futuro. ¿Qué es lo que te impide buscar a Dios? ¿Críticas a las personas que andan buscando y pregonando el amor y la misericordia de Dios?

 

·         “Jesús se detuvo…” Ante un grito como el de Bartimeo, Jesús cambió su itinerario. Ese el poder de la fe, de nuestra fe: hace detenerse a Jesús. ¿Has dicho alguna vez que Jesús no te escucha ni te atiende? ¿Eres de las personas que quieren que Dios les cumpla milagros, pero no oran ni frecuentan los sacramentos y la iglesia?

 

·         “Levántate…” No te quedes sentado, sentada. Ponte en pie e inicia la marcha. Ahora hay alguien que se ocupa de tu persona y de tu historia, porque ha tenido compasión de ti. Ya no tienes excusa para seguir abatido, abatida. Tú no puedes permanecer derrotado, derrotada.

 

Llegó la hora de cambiar la actitud de postración ante los demás, causando lastima por tus carencias. No es justo que proyectes esa imagen de ti mismo cuando eres capaz de alzar la cabeza ante los infortunios de la vida. Nunca más te consideres víctima de los otros. Levanta el corazón porque tú eres más grande que cualquier adversidad.

 

·         ¡Que vea!...” Que termine ya, Señor, esta larga noche y aparezca el sol que no conoce ocaso: Quiero conocerte cara a cara, porque mis ojos no te has visto todavía. Eso, mi Señor Jesús, mi Dios y mi todo, eso es lo que más deseo…

 

·      “Y al instante, recobró la vista…” Lo que más brilla no es su poder, sino su misericordia: ha tenido piedad del ciego de Jericó, y hoy quiere tener piedad de ti. ¡Pídele que te sane hermano y hermana! ¡Dile que quieres ver!

 

Bartimeo toma la decisión de seguir a Jesús. La vida de Bartimeo ha encontrado sentido. Su vida tiene un objetivo: acompañar al Maestro para cumplir su voluntad de su Padre, dando su vida por los demás. Hermano y hermana, comprométete ante Jesús Sacramentado que lucharás por comportarte mejor y que serás un instrumento de El para las personas que andan confundidas, tristes, sin rumbo, en las tinieblas destructoras del pecado.

 

 

Canto: Con alma llena 

 

Silencio

 

En el Santo, Bendición…


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**Nota: El esquema de adoración eucarística está basado en la conferencia titulada: "El poder sanador de la Palabra de Jesús", impartido por el Sr. José H. Prado Flores, en 1995.