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martes, 14 de febrero de 2017

DOS CARACTERÍSTICAS DEL ENAMORAMIENTO




Aprovechando el famoso día de San Valentín, abordo este pequeño tema, el cual considero como una introducción a temas futuros sobre afectividad, para los cuales me apoyaré en las publicaciones del Doctor Rafael Hernández Urigüen. 

“El profesor Rafael en su libro “Noviazgo: ¿seguros? Ideas para acertar”, ha sabido ofrecer un producto práctico, adentrándose en el bosque espeso de la semántica afectiva, deslizando el me siento atraído, me gustas, pienso en ti, te necesito. Este entramado de sentimientos provoca una gran confusión y se mezclan hechos e intenciones, por eso es tan importante saber aclarar en el vocabulario personal de la afectividad, que significa estar enamorándose” (Dr. Enrique Rojas, catedrático de psiquiatría).

DOS NOTAS CARACTERÍSTICAS DEL ENAMORAMIENTO

La admiración

Es la condición necesaria para que el enamoramiento se produzca. La admiración no es otra cosa que sorprenderse positivamente ante alguien que uno va conociendo, y le descubre un mundo de valores y belleza interior que le atrae, que le empuja, que le arrastra a profundizar más y más en lo que se esconde debajo de la superficie de ese ser humano. De entre un grupo de personas, amigos, hay alguien que te llama la atención, y poco a poco vas centrando tu mirada en esa persona, la vas considerando especial dentro un grupo común, ha surgido la admiración en ti. Esto es el inicio de un posible enamoramiento, pero no aún no se está enamorado. 



  No dejar de pensar en esa otra persona

La segunda nota es el no dejar de pensar en esa otra persona. Lo que expresaba don Quijote a Dulcinea con frase certera y notarial: “La dama de mis pensamientos”. En tu mente continuamente se hace presente esa persona: su cara, su cuerpo, su sonrisa, su mirada, su manera de hablar, de tratar, etc. Ese no dejar de pensar, te impulsa a querer estar más cerca y a estar más tiempo conviviendo con esa persona... Aun no hablemos de enamoramiento en sentido estricto. 

Podríamos decir que en la cultura occidental, el hombre se enamora por la vista y la mujer por el oído. Al hombre le empuja la belleza exterior, cuya máxima expresión se centra en la cara para extenderse a toda la geografía del cuerpo. Para un hombre, una mujer hermosa está de entrada en esa conjunción que es la geografía facial y la corporal. Todo el cuerpo depende de la cara: ésta es la tarjeta de visita de la persona que tiene su propio lenguaje y expresividad, los ojos, los labios, las mejillas, la conjunción de la cara enamoran y hacen que toda la conducta se dirija en esa dirección. Después viene el cuerpo. Esa envoltura que nos transporta de aquí para allá con su peso y volumen en el pensamiento y el movimiento. La mujer, que sabe más de los sentimientos que el hombre, se fija más en la belleza interior: por eso el oído lleva la voz cantante y lo que oye del otro le sirve de incentivo para conocerlo más y sumergirse en su persona y en su conducta.  El profesor Hernández traza con precisión los límites huidizos que se mueven, aproximan, evaden y desfiguran en esa zona que abarca el amor y el enamoramiento. Y en esta precisión de límites aclara la importancia del noviazgo. La palabra “Noviazgo” ha sido sustituida en el lenguaje actual por “salir”; en otro tema futuro esperamos abordar este punto.

“Cuando el amor llega puede ser ciego, pero cuando se va es muy lúcido” (Prof. Enrique Rojas). Esta es una realidad experimentada por muchas personas, tan fuerte puede ser una mala experiencia que lleva a la persona a temer enamorarse, iniciar una nueva relación amorosa o simplemente negar la existencia del amor. De ahí la importancia de acertar en la elección como lo afirma el profesor Enrique. Personalmente, en el filósofo Soren Kierkegaard he encontrado una estupenda explicación sobre este asunto sentimental, que tengo intenciones de compartirla con ustedes.

"Analizar el cómo y por qué una persona se enamora está cubierto de dificultades, de tal manera que una educación sentimental se vuelve hoy más acuciante. “Educar es enseñar a pensar, la cultura lo que hace es enseñar a vivir”.

La educación ha de ser la urbanidad del pensamiento, tener equipado el cerebro, la mente; la urbanidad de la vida en cambio, nos ha de conducir a saber a qué atenerse, distinguir lo que está bien de lo que está mal. Y en el movernos entre esos ámbitos chocamos de frente con la ética, la cual consiste en el arte de usar de forma correcta la libertad.

¡Qué fácil es enamorarse y qué difícil mantenerse enamorado! Hay toda una metodología del amor conyugal que no es otra cosa que la alquimia (química mágica) del amor entre dos personas. En ella se hospedan ingredientes diversos y esenciales, como son: cuidar la relación con detalles pequeños; crecimiento recíproco de la pareja para evitar que cada uno vaya en dirección contraria; capacidad para perdonar; no llevar cuenta de los fallos y errores del otro; ser capaz de aplicar el sentido del humor en tantas circunstancias de la vida ordinaria; el sentido del  humor es patrimonio de los inteligentes; la espiritualidad; la travesía que va de lo natural a lo sobrenatural, de lo inmanente a lo trascendente, de la visión de la vida tejas abajo a otra mirada más ascendente…”

Un enamoramiento basado solo en la belleza exterior tiene mal futuro" (Prof. Enrique). Incluso en este punto comprobamos que el ser humano no solo es cuerpo, no solo es materia, posee sentimientos, emociones, inteligencia, alma espiritual, por eso, una pareja que todo lo basa en sexo atraídos por sus cuerpos no llegará lejos y no terminará muy probablemente bien. 

“Enamorarse es hacer una mitología privada de otra persona. Elevarla de nivel y prometerle que lo mejor que uno tiene saldrá en esa dirección, cueste lo que cueste. Las promesas de amor seguras se hacen melodía con la donación y la entrega” (Prof. Enrique).

Pbro. Gustavo Romero
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REFERENCIAS:


* Dr. Enrique Rojas: http://enriquerojas.com/